Es de agradecer que PP y CiU nieguen el Hambre Infantil

Porque su negación es la oportunidad de los ciudadanos para quitarnos la venda de los ojos y poder luchar contra ellos haciendo política desde la Política.

Parece ser que han desaparecido de catalunya 50.000 niños con privaciones alimentarias. Ha sucedido con ellos algo parecido a lo que ocurrió con los 927 republicanos que Serrano Suñer regaló a Hitler para que estrenara los trenes de la muerte, españa no quería saber nada de ellos.

Tampoco Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP en el Congreso, ni Artur Mas, “honorable” president de la generalitat de catalunya, quieren saber nada del Hambre en españa, no solo es algo que hace feo y no da los votos de los zombis, es que, y nadie se lleve a engaño, esos niños les importan una mierda (y perdonen el exabrupto). El despreciable Rafael Hernando dice lo que piensa su partido y Artur I el Megalómano, solo sabe contar banderas en los balcones, el resto de problemas es como si no existieran.

Pero aunque pueda parecer extraño están haciendo el mejor favor que podrían ofrecer a la ciudadanía. Con esa manera de actuar: criminal, cínica y vergonzosa se quitan la careta y se muestran a los futuros votantes tal cual son.

“El hambre” en España

No se preocupen señores políticos. Vivan tranquilos en sus poltronas, dentro de sus jaulas de oro y protegidos por esos perros que una vez pudieron ser seres humanos; que de esos niños, y de todos los ciudadanos que lo pasan mal, ya se encargan las distintas asociaciones, ya nos encargamos los distintos voluntarios que hacemos campañas en todos los rincones de este pútrido país para recoger alimentos, gestionar comedores sociales y dar todo el apoyo posible a aquellos que lo perdieron todo por su codicia y su corrupción.

No sufran porque nosotros, los ciudadanos, nos ocupamos de nosotros, los ciudadanos. Para eso se están creando plataformas sociales, para ayudarnos los unos a los otros y para hacer algo que, de tener cerebro, debería empezar a darles miedo: para enseñar política a la gente, para convencerles de que a la política solo se la puede vencer desde la Política, desde otra Política menos putrefacta y más digna, antitética de la que ustedes manejan como herencia fascista del enano matarife.

No sufran, reitero, los niños hambrientos no existen, lo mismo que tampoco existen los miles de personas que están comenzando a abrir los ojos y a quitarse las vendas; ni existimos los que, desde nuestras limitadas herramientas, hacemos política de base para terminar con la suya sistémica. Sigan atentos para dar cobijo a su dios Dinero; mientras ustedes se ciegan con el brillo del oro las calles van tomando forma. Muy a pesar suyo esa Crisis que ustedes inventaron, la hemos ido haciendo nuestra y la moldearemos. Queden tranquilos porque siempre habrá buena gente que alimente a los hambrientos. Después, cuando llegue nuestra hora, ya haremos reales decretos que les hagan desaparecer como casta.

Albert Einstein decía: «No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo». La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.

La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar «superado».

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.

Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.

Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro.

Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

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